"En Isla de Pascua, el pasado es el presente, es imposible escapar de él... las sombras de los antiguos constructores aún poseen la tierra. Voluntaria o involuntariamente el visitante debe tomar contacto con aquellos antiguos trabajadores; porque todo el aire vibra con un vasto propósito y energía que estuvo presente y ya no existe". K.Routledge, 1914.


Introducción

Isla de Pascua, especialmente las áreas protegidas por el Parque Nacional Rapa Nui, está literalmente cubierta con los restos materiales de la cultura de sus habitantes prehistóricos. Estatuas monolíticas (moai) y grandes altares de piedra (ahu), tumbas, crematorios, restos de casas y aldeas, cuevas modificadas con albañilería, campos de cultivo, canteras y talleres, armas, herramientas y arte rupestre, son todos remanentes de un sistema cultural extinto y representan más de 1300 años de la actividad del hombre en esta isla, desde su poblamiento por un grupo de origen polinesio hacia el siglo IV de la Era Cristiana, muy probablemente proveniente de las Islas Marquesas1, hasta su descubrimiento por los europeos en el siglo XVIII.

A través de los siglos y en una situación de casi completo aislamiento, el reducido número de población inicial se multiplicó rápidamente y desarrolló una cultura de sorprendente complejidad, llegando a habitar la Isla en toda su extensión.

La sociedad Rapa Nui, fuertemente estratificada, estaba compuesta por una serie de grupos de parentesco unilineal, que trazaban su ascendencia de un ancestro común. Era dirigida por un "rey" (ariki) quién en sus creencias se decía descendía directamente de los dioses de la creación. La unidad social mayor era un ramaje o linaje denominado mata, desarrollado por procesos de segmentación o fusión. La población estaba organizada en diez mata principales, distribuídos en diversos territorios (kainga).

Estos territorios, que incluían una sección de costa, con derechos de pesca sobre ella, se extendían hacia el centro de la isla, al igual que en otras islas de Polinesia. En las áreas más favorables de la costa y generalmente en lugares cercanos a fuentes de agua dulce, se localizaban los principales centros religiosos, políticos y socioeconómicos de cada territorio. La estructura más importante era el altar ceremonial o ahu, en el cual se veneraban los ancestros deificados de cada linaje, representados por las estatuas o moai. Hacia el interior y frente a los ahu se situaban agrupaciones de casas de planta elíptica (hare paenga), que eran habitadas por personas de alto rango, además de fogones (umu pae), areas pavimentadas y otras estructuras relacionadas con el culto. Este conjunto de elementos era el centro focal de la organización religiosa, política y socioeconómica de la cultura Rapa Nui. Ahí se desarrollaban las ceremonias del culto, investiduras, iniciaciones, redistribución de alimentos, asambleas y ceremonias mortuorias.

Hacia el interior de la isla, se distribuía el resto de la población en asentamientos formados por pequeños grupos dispersos de residencias permanentes, asociadas a áreas de cultivo. Estos, representaban las unidades básicas de la organización social: familias extensas, patrilocales, patrilineales, encabezadas probablemente por el hombre más anciano.

Estas unidades habitacionales estaban compuestas generalmente por una casa (hare), uno o más fogones (umu pae), estructuras agrícolas (manavai) y gallineros de piedra (hare moa). Algunas de éstas, estrechamente relacionadas espacialmente, pueden haber constituido aldeas y sus miembros linajes, cada uno de los cuales tenía, aparentemente, su propio centro ceremonial o ahu, dentro del territorio de la tribu.

En las zonas más altas o alejadas de la costa, en áreas donde existían materias primas tales como madera, obsidiana, basalto o pigmentos, se localizaban campamentos temporales o estacionales dedicados a su explotación.

Durante siglos, la sociedad Rapa Nui se centró en el culto a los antepasados y un número cada vez mayor de la población se fue involucrando en la construcción de grandes altares, desarrollando una arquitectura monumental, y en el tallado de gigantescas estatuas, reduciéndose el número de personas dedicadas a la producción de alimentos. Estos factores, sumados a un incremento de la presión que ejercía una población en aumento cuyo número máximo parece haber bordeado los 15.000 habitantes, en un medio con recursos limitados y con un delicado equilibrio ecológico, parecen haber originado una crisis del sistema. Esta culmina entre los siglos XVI y XVII, en sucesivas guerras intertribales, la gradual destrucción de los ahu y sus estatuas moai, el cese de las actividades corporativas, el abandono de las canteras donde se tallaban las estatuas, y el surgimiento de un nuevo culto religioso, el del hombre pájaro (tangata manu), cuyo centro ceremonial fue la aldea de Orongo.

El culto del hombre pájaro consistía en una ceremonia anual en la cual los jefes de los distintos linajes, o sus representantes, competían para obtener el primer huevo del Gaviotín Gris o Manutara, ave migratoria que anidaba en el Islote llamado Motu Nui, frente a Orongo. A una señal, los participantes descendían del volcán Rano Kau y nadaban al Islote, ayudados a veces por balsas de totora entretejida llamadas "pora". Esperaban en el lslote por algunos días, hasta que un participante lograba encontrar un huevo. Al retorno, el competidor presentaba este huevo a su representado, quién era investido entonces con el título de tangata manu (hombre pájaro). Este descendía luego a Mataveri al pie del volcán, y desde ahí era conducido en procesión a la ladera exterior suroeste del volcán Rano Raraku, donde permanecía en reclusión por un año.

A través de la instauración de este nuevo culto los guerreros lograron sobrepasar la autoridad tradicional del ariki y más aún, no sólo obtuvieron el poder político sino también adquirieron una posición religiosa relevante, generando una nueva organización sociopolítica, que se mantiene hasta épocas históricas.


1 Investigaciones realizadas en las últimas décadas, tanto en Isla de Pascua como en otras islas de Polinesia Oriental, sugieren fechas más recientes para el poblamiento inicial de Pascua, entre los siglos VII a VIII. A la vez,  sin desconocer la importancia de las Islas Marquesas como centro de dispersión de población, los especialistas concuerdan en la idea de un complejo proceso de migraciones a nivel regional,   señalando a la isla de  Mangareva como origen más probable de la población rapanui.

Volver a Portada        Sitios Arqueológicos